La historia de Sísifo no es como aparece en libros de historia y mitología, poetizada. El hecho de subir un enorme peñasco a una alta cima en el Hades, todos los días durante una larga temporada, casi eterna, le dio al héroe una espléndida fortaleza física, músculos poderosos y en general una fuerza brutal que incluía un enfermizo deseo de vencer a toda costa la adversidad. De tal suerte que un día, aburrido del castigo impuesto por Zeus, tomó la roca entre sus manos y la envió con tal furia al Olimpo que mató de un solo golpe a toda la corte celestial. Se dio media vuelta e inició una nueva vida. La última vez que supieron de él, fue en plena época medieval: trabajaba en un circo como hombre fuerte capaz de soportar grandes pesos. La publicidad lo presentaba como el nuevo Hércules o Sansón redivivo. Estaba más o menos satisfecho; por comodidad se había convertido en cristiano y casado con la mujer barbada. Apenas mantenía el recuerdo de Zeus y había olvidado que se llamaba Sísifo.
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